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Mostrando entradas de abril, 2017

Dispositivo analítico y analogías socráticas. (Hadot y Sócrates, I)

1 La lectura del libro  Elogio de Sócrates (2004) de Pierre Hadot es apasionante. Hadot lee a Sócrates a través de Kierkegaard y Nietzsche, doblando ese través, de nuevo, por medio de la alegoría de tres figuras de la mitología griega: Sileno, Eros, Dionisos. Es la mitología de Platón, procedente de los diálogos Banquete , Protágoras , Critón , así como de la Apología .     La prosa del filósofo francés es persuasiva: Sócrates es la interrogación radical, la mostración de la ignorancia existencial del ser humano, que se sirve de la máscara – lo profundo –, el disimulo de la ignorancia, la ironía, para mostrar la inopia de su interlocutor. Sócrates nos sitúa ante nuestra penuria ontológica de saber, debido a su certeza de que no sabe nada y quiere que los demás nos enteremos. El Sileno de Hadot es el que más convence e incluso apasiona, enamora como en el Banquete . Sobre todo, sobre todo por el dispositivo de análisis del viejo filósofo.     El prologuista de la edició

La novela familiar del neurótico.

(Versión corregida y revisada del artículo “La novela familiar freudiana en la literatura y el cine (notas)”, publicado en Studia Romanistica (2009), vol. 9, 1, 97-105. ISSN: 1803-6406.) ______________ Las palabras, que fueron en un pasado mágicas, aún retienen algo de ese ancestral poder mágico.  (Freud) Los relatos articulados por la “novela familiar del neurótico” forman el esqueleto y andamiaje de los artefactos literarios y cinematográficos, soportes materiales privilegiados donde se vivifican las mitologías subjetivas. En el caso de la narrativa, no se debe confundir con los relatos “familiaristas” (que tematizan directamente la familia o que se nuclean en torno a la misma), pero sorprende pasmosamente la fenomenal abundancia y proliferación de narraciones pivotando en torno a la envidia edípica, el padre caído, la falta materna, el huérfano abandonado… arquetipos argumentales superabundantes, por otro lado, en el cine.  _________ En 1909 apareció publicado en

¿Autoayuda estoica?

El libro  "El obstáculo es el camino: el eterno arte de convertir las pruebas en triunfo" ( The Obstacle Is the Way: The Timeless Art of Turning Trials Into Triumph),  de Ryan Holiday, aparecido en el 2014, es un manual de autoayuda elaborado a base de cortados y pegados de la filosofía estoica, a gusto de su autor. El tipo es franco y directo: dice saber lo bastante de estoicismo, pero no quiere hacer un libro "académico". (Nunca he entendido por qué los académicos caen tan mal a muchas personas, pero en fin.) De los cortados y pegados, algunos tienen fuerza, pero no por el libro, sino por la fuente original de procedencia: Marco Aurelio, sobre todo, pero también Epicteto y Séneca. La obra apunta alto, ya que quiere ser una reactualización de la ética estoica. (Como si los estoicos pudieran meterse todos en el mismo saco, pero bueno.) Se trata de un libro de divulgación del estoicismo grecorromano, y de algunos derivados occidentales (Montaigne) y no occident

Paradojas de la vida política. (Protágoras 4)

¿Qué es lo que se juega en este apasionante y complejo diálogo , el Protágoras ? Cuestiones muy similares a las del Gorgias y, sin duda, la Apología . El marco de la discusión es la toma de decisiones en la democracia ateniense (véase al respecto este texto de un inteligente filósofo andaluz). Para Protágoras, la vida en la ciudad, en la polis, requiere consenso y acuerdo, para lo cual son necesarias - compartidas - unas características o cualidades específicas, a saber, unas virtudes específicas, resumibles en dos: sentido moral y justicia. Protágoras defiende - y lo hace bien - que la virtud es enseñable, pero reconoce que unos la aprenden y otros no, si bien todos la poseen en mayor o menor medida, pues es condición de la vida política, si se concibe esta como el resultado del debatir. El Estado somos todos, pero no todos somos iguales.     Pues bien, Sócrates se sitúa en las antípodas: la virtud no es enseñable, y solo es accesible a unos pocos, implicando que, en política

La arrogancia de Sócrates. (Protágoras 3)

Que Sócrates fuera una persona que en ocasiones se volvía arrogante en sus asertos y tajantes afirmaciones no es algo que yo me invento para pasar por iconoclasta. De ello habla, largo y tendido, alguien que fue testigo de ese "hablar grande" o megalegoría: Jenofonte, en su Apología . Tal vez sea la imagen elegida por el coronel de caballería (Jenofonte), si bien hay que reconocer que coincide con Platón.     Un ejemplo claro de su característica megalegoría ("hablar a lo grande") es el Protágoras . A lo largo de este diálogo, Sócrates se hace irritante: cambia de tema varias veces, parodia los discursos de los asistentes, se ríe de su forma de hablar, propone la brevilocuencia como método de análisis frente a los discursos de su contrincante Protágoras para, una vez que éste ha aceptado, soltar un largo discurso parodiándole. Finalmente, el viejo y sarcástico Sócrates impone al auditorio ser él quien lleve la voz cantante en el examen (exetasis) o elencho

El Protágoras: una obra de teatro para elegidos. (Protágoras 2)

El diálogo de Platón titulado " Protágoras " fue escrito entre el 393-389 aec. y, como como las Historias de Tucídides, posee una estructura dramática parecida a la de una tragedia. Un personaje principal, Sócrates, narra a un amigo su enfrentamiento intelectual con un titán del pensamiento democrático: el sofista de Abdera, Protágoras, amigo de Pericles y defensor de la educación retórica privada, relativista moderado para el que "el hombre es la medida de todas las cosas". Los asistentes, entre los que están los hijos del Estratego, los sofistas Pródico e Hipias y los políticos profesionales Alcibíades y Critias, él mismo sofista, ejercen de coro. El diálogo tiene tres actos jalonados de pasajes intermedios, con tres agones de diálogos enfrentados y dos largos parlamentos o discursos de los héroes principales. Todo esto lo cuenta (mejor) C. García Gual en su prólogo (Gredos, 1981). Yo me pregunto dónde está la hybris, la arrogancia excesiva digna de castigo, o

Los aplausos de Protágoras. (Protágoras 1)

En dos ocasiones, los asistentes aplauden a Protágoras. La primera vez, tras afirmar este que "el bien es variado y multiforme", explicando que lo que es bueno para alguien puede no serlo para otro. El filósofo de Abdera confrontaba en ese momento la creencia socrática en un "a priori" de la virtud y la justicia. La segunda sucede tras el comentario al poema de Simónides, que impresiona al mismo Sócrates, si es que no es irónico también aquí.     Alguien me dijo una vez que Protágoras vencía a Sócrates en el diálogo que lleva su nombre. "No lo creo", dije, "al fin y al cabo lo escribió Platón". El hijo de Aristón y Perictione fue uno de los enemigos más feroces, y más inteligentes, de la democracia directa. Y es cierto: los aplausos a Protágoras son los de la multitud embobada por la opinión, y su sonido podría ser el de los espectadores del teatro durante las Grandes Dionisias; o el de los hombres ciegos en la caverna de las sombras. Platón

Reírse de los jirones de la nada. (Nota sobre Ficciones para una autobiografía (2015), libro de poemas de Ángeles Mora.)

La poética de Ficciones para una autobiografía transforma el “yo-libre” o “yo-memoria-vida” en una interrogación radical, sobre el propio cuerpo y el cuerpo de los otros, sobre el lugar de los diferentes “yo-soy-no-soy” de su texto.           El libro conoce su impostura, sabe que a la vez que se miente se emplaza en el mundo. El lugar de esa poesía es el no-lugar o la busca de un no-lugar, un cuerpo que se encuentra como en sueños desdoblado y se ve hablando con otros cuerpos. El lugar de esta poesía es contar una historia una vez, con “la sonrisa, / el hueco del amor”. La poética encontrada por Ángeles Mora no busca entre las ruinas de la experiencia, la vida y el yo un sentido al que agarrarse. Rechaza la identidad propia, acepta lo contingente y lo ininterpretable. Parte del extrañamiento radical frente al propio cuerpo y el propio yo desde el inicio, en su poema-interrogación, “¿Quién anda ahí?”. Su respuesta, una búsqueda de “lugares de escritura” por puro placer, joui